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Discapacidad intelectual y envejecimiento

Nos renovamos para encarar una nueva etapa:
discapacidad intelectual y envejecimiento

La Discapacidad intelectual y envejecimiento: una realidad presente y futura

El proceso de envejecimiento es una realidad que ya están experimentando las personas para las que trabajamos. El aumento de la esperanza de vida de las personas con discapacidad intelectual es una magnífica noticia, pero a la vez conlleva nuevas necesidades que hay que abordar y problemáticas recientes que hay que asumir a nivel físico, psíquico, emocional y asistencial.

Actualmente, un 55% de nuestros usuarios se encuentran ya en la etapa de envejecimiento.
En 10 años podría alcanzar el 72%.

¿Qué caracteriza el envejecimiento? Pongámonos en situación

Uno de los rasgos que diferencian el colectivo de personas con discapacidad intelectual y del desarrollo (DID) respecto al resto de la población es el envejecimiento precoz.

Este envejecimiento se detecta por un aumento de malestares físicos y / o problemas de salud propios de la edad, dificultades en los desplazamientos, una disminución del rendimiento general traducida en una ralentización y aumento de la fatiga, una agudización de los rasgos de personalidad y problemas de conducta, una disminución de la relación con los compañeros, una mayor probabilidad de desarrollar demencias (de tipo Alzheimer en personas con síndrome de Down), inestabilidad emocional, etc. Estos son algunos de los rasgos que caracterizan la etapa de la vejez en las personas con discapacidad intelectual.

En la actualidad, aproximadamente un 55% de nuestros usuarios está en este periodo del ciclo vital o la está iniciando. Haciendo previsión de futuro, este porcentaje podría llegar al 72% en 10 años. Estos datos han sido determinantes a la hora de adaptar y adecuar nuestros servicios para ofrecer una atención especializada en envejecimiento.

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¿Qué hacemos? Ya estamos preparados para abordar nuevas necesidades

La Fundación aborda las nuevas necesidades y lo hace mediante una serie de medidas como:

  • La elaboración e implantación de un plan de salud que prevé un exhaustivo control médico, con el objetivo de prevenir, tratar y / o detectar posibles problemas de salud.
  • La introducción de personal sanitario en la plantilla para mejorar nuestra atención en el área de salud.
  • La gestión de un programa nutricional personalizado.
  • Adaptación al programa de actividades a las necesidades de cada persona: ritmo bajo, contexto tranquilo, contenido relajado de las actividades, potenciación del ejercicio físico moderado, entre otros aspectos para trabajar el envejecimiento de forma activa.
  • Mayor preparación asistencial con respecto al personal y las instalaciones.
  • Formación continuada en torno al tema del envejecimiento en este colectivo.
  • Adecuación de los espacios de la residencia para dar respuesta a las necesidades derivadas del envejecimiento.
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